Hubo un hombre de papel
sin rostro y manos blancas
con alma de árbol y río
sin más familia que el viento.
Que entrego su alma a la pluma
de ardiente corazón de fuego
palidez de despertar de cielo
Y ojos negros como abismos.
Escapo entre miedo y soberbia
convivió con hombres de carne
conoció la ambición, el egoísmo
el dolor, el hambre, y la muerte.
Regreso a su amado bosque
se entrego en un largo grito
como las noches sin luna,
y el silencio habito el bosque.
Aferro a su corazón su amada pluma
y se fundió con el fuego y el viento
se hizo cenizas en el crujir de hojas
y entrego su alma en un verso.
Así nace la poesía.
Para mi hijas, y sus almas de volcán.
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