Fuiste mi madre un tiempo
recorriste mi infancia
mi temprana melancolía,
Mi sonrisa sospechosa y tardía,
Mis tardes entre libros y arboles.
Porque después te fuiste
en una bocanada de abandono
mientras mi padre se deshacía
en el sabor amargo de el licor.
Y mi soledad se hizo día y noche
aliento, alimento, sueño, despertar
me perdí en la tarde llena de ausencias
en la lluvia de los pájaros muertos.
Te busque en las sombras
en mi infancia desvanecida
en el sabor de un poema maldito,
En la luz del sol quemando la piel.
Por que cuando regresaste
ya no me habitaba el niño
y mi corazón descanso en el verso
donde habita el fuego y la piedra.
No me pidas perdón
no es necesario
habitas mi rostro, mi sangre
tú tristeza también es mía
y está inmersa en el palpitar
de esta poesía de sombras.
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