miércoles, 25 de mayo de 2011

A Sofia

A esa Sofia que atraviesa los días
con sus pies pesados e hinchados
como si en su espalda llevara un mundo
yo le agradezco su aliento.

La recuerdo en mi infancia tejedora
entregando humildad con sus manos
cansadas como el final de la tarde,
Asomadas en vitrinas de cristal viejo
como pasos de camino polvoriento
donde tres hijos y tal vez cuatro esperaban.

Su casa siempre fue de todos y ninguno
pues para todos fue todo, y todo fue igual
tuvimos nuestra vidas,  nos marchamos
Y Sofia y la casa se quedaron solas y vacías
salvaguardando el recuerdo o la cotidianidad.

Hoy recuerdo a Sofia detenida en la puerta
con la ternura escrita en sus pies hinchados
esperando amaneceres para alimentar sus hijos
con sus propias entrañas llenas de calor
ecos de pasos que me habitan a lo lejos.

Sonríe hoy Sofia para cambiar el recuerdo
para entregarte algo mío, para decirte lentamente
gracias con la solidaridad de mi alma aciaga
que aun así agradece tu existencia.

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