domingo, 15 de mayo de 2011

Redención

Madres y viudas desnudan su dolor
en calles lloviznadas de melancolía,
Arrancan al viento los susurros
moldean entre  lagrimas recuerdos
presencias de seres inertes.


Lanzan su corazón al viento
tormenta de gemidos  mudos,
Sombras lánguidas en la tarde
océano encadenado al parpado.


Quìen comprende tu desnudez
tu vientre aciago o anillo enlutado,
El sabor ácido del desconcierto
penetrando los huesos en su aura.


A donde están los perdidos
en los rostros que forman las nubes,
en las piedras que arrastran los arroyos
en la cavidad que socava el dolor
arrancando sus huesos de la tierra.


Ellos regresan, ahora hermosos
como acacias salpicadas de sueño,
como semilla seca que regresa al fruto
como si la vida de esta tierra
habitara ahora en una lagrima.


Yo te entrego mi corazón dormido
biología de flor y piedra que me habita,
para que encuentres el fin a tus viajes
y que en este verso solitario y silencioso
encuentres espacio para lapidar
la injusticia del adiós de tu amado.

No es de los hombres la justicia
pero su búsqueda si lo es,
y antes que termine tu existencia
vendrán a ti los restos de su naufragio
entonces habitara tu alma el sosiego
y para el verdugo nunca habrá perdón.

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