Nadie sabe como el día
se clava en mis ojos;
como mis manos
eternas fugitivas
buscan un descansó.
Nadie sabe cuanto vacío
se vierte en mi piel
como un mar sanguinario
que ahoga mi voz.
Nadie conoce este destierro
el perderse en si mismo;
los actos son los verdugos
del hombre en su otoño,
y los versos el sicario del alma
donde poeta da luz a su epitafio.
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