lunes, 26 de diciembre de 2011

Oculto

Nadie sabe como el día
se clava en mis ojos;
como mis manos
eternas fugitivas
buscan un descansó.

Nadie sabe cuanto vacío
se vierte en mi piel
como un mar sanguinario
que ahoga mi voz.

Nadie conoce este destierro
el perderse en si mismo;
los actos son los verdugos
del hombre en su otoño,
y los versos el sicario del alma
donde poeta da luz a su epitafio.

A Leonor



Cae el sol en mi espalda
con su inmenso peso,
abro mi mano
y el tiempo se escapa
en espirales de rostros olvidados.

Sangran amaneceres en mis ojos
como el roció buscando nido en su noche;
La garganta seca como un camino olvidado,
Y los labios encendidos del fuego del silencio.

Se cierra el horizonte en el parpado
se repiten los pasos en su contorno;
y siento la noche nacer en mi pecho inmóvil
como un laberinto de sangre y lagrima
formado en una danza de pequeñas muertes.

Respiro en serenidad de la lluvia
que me cubre en su lamento húmedo
estos ropajes apestan a hipocresía
y estos huesos anhelan desnudarse
en estos bosques como un aullido.

Y escucho tu arrullo desde fondo de la tierra,
humeda melancolia que que aviva mi carne
en este eterno espejismo que es para mi tu ausencia.
donde regreso al embrion y la paz de tu precencia


Viene de nuevo

Viene de nuevo
la noche a mis ojos
con su luna calcárea
con sus manos cansadas;
se arropa en silencio
en el caer del viento.

Mirada ajena
que se deshace en rostros
en recuerdos mutilados
en días fragmentados
como semillas secas.

Una anatomía
distraída y casi tácita
me contiene en este ahora
en esta noche sin fin
con la boca seca
y los ojos trizados.

Avanzo de este vacío
al próximo en tormentas
fuego que me transita
profundo como raíz;
péndulo oscuro infinito
que enmarca este despertar
que hoy siento eterno.