No se me antoja
pensarte en un paisaje solitario
entre arboles y hierba donde
escondas la desnudez tu alma.
No se me antoja pensarte
atrapada en esa carne
donde habita mi deseo,
y los días esconden
en tus ojos la juventud.
No se me antoja
nombrarte a la ausencia
y hacerte vacía como un eco
que se esconda en la sombra
esperando devorar mi sueño.
Se me antoja
borrar el mundo de tus ojos
perderme contigo en la noche
en un botecito de nubes,
donde acurrucado
te entregue mis días
y con mis labios
se desvanezca la noche.
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