No se me antoja
pensarte en un paisaje solitario
entre arboles y hierba donde
escondas la desnudez tu alma.
No se me antoja pensarte
atrapada en esa carne
donde habita mi deseo,
y los días esconden
en tus ojos la juventud.
No se me antoja
nombrarte a la ausencia
y hacerte vacía como un eco
que se esconda en la sombra
esperando devorar mi sueño.
Se me antoja
borrar el mundo de tus ojos
perderme contigo en la noche
en un botecito de nubes,
donde acurrucado
te entregue mis días
y con mis labios
se desvanezca la noche.
jueves, 8 de marzo de 2012
Para Andres Caicedo
Ahora que tus huesos
se funden en el abrazo
de la tierra hambrienta;
ahora que las nubes
eclipsan un sol tirano.
Tu palabra solitaria
se enciende en mis ojos
como un patíbulo,
en el fuego de la ausencia
que desvanece los días.
Para qué buscar un abismo
si no es para llenarlo con otro,
una bocana corrosiva que
se funden en el abrazo
de la tierra hambrienta;
ahora que las nubes
eclipsan un sol tirano.
Tu palabra solitaria
se enciende en mis ojos
como un patíbulo,
en el fuego de la ausencia
que desvanece los días.
Para qué buscar un abismo
si no es para llenarlo con otro,
una bocana corrosiva que
devore la carne.
Para qué vivir mas de 25 años
si esto es solo
laberinto incontestable;
donde el miedo
esconde el embrión
de una segunda inmadurez.
Para qué vivir mas de 25 años
si esto es solo
laberinto incontestable;
donde el miedo
esconde el embrión
de una segunda inmadurez.
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